Días grises
Existen momentos de hartazgo generalizado, apatía crónica y desinterés profundo, que llegan a permear nuestras vidas. Minutos interminables y sin sentido que parecen nunca acabar. Por instantes pareciera que nada de lo que pretendamos hacer o hagamos en realidad podrá servir para algo, afectar nuestro entorno y menos aun, resultar sobresaliente en nuestra existencia. El mundo alrededor parece una sucesión de actividades rutinarias y monótonas, tan genéricas que cualquiera –incluso nosotros mismos– podría realizarlas. Esta semiexistencia basada en un circulo vicioso se prueba vacía y sin esperanzas, y si no hay forma de salir de ella ¿Qué caso tiene ya no esforzarse, si no hacer algo, lo mínimo?
Los acontecimientos se suceden con y sin nuestra presencia y llegamos a ser extraños en nuestras propias vidas, espectadores silentes y sin derecho a opinión, testigos inertes que llegan a ser insensibles al entorno, si no por intención, al menos si por costumbre, ya que la experiencia parece demostrarnos la futilidad de nuestros actos –y tal vez de la existencia misma– cuando repentinamente la vida –o al menos sus aspectos más significativos– parecen pegarnos con la puerta en las narices, con la única finalidad de dejar en claro, que no somos parte fundamental del complejo tapiz de la existencia, unicamente granos insignificantes de arena que se pierden en la mar revuelta.
¿Qué diferencia puede haber?
Los acontecimientos se suceden con y sin nuestra presencia y llegamos a ser extraños en nuestras propias vidas, espectadores silentes y sin derecho a opinión, testigos inertes que llegan a ser insensibles al entorno, si no por intención, al menos si por costumbre, ya que la experiencia parece demostrarnos la futilidad de nuestros actos –y tal vez de la existencia misma– cuando repentinamente la vida –o al menos sus aspectos más significativos– parecen pegarnos con la puerta en las narices, con la única finalidad de dejar en claro, que no somos parte fundamental del complejo tapiz de la existencia, unicamente granos insignificantes de arena que se pierden en la mar revuelta.
¿Qué diferencia puede haber?
¿Qué motivo habría para intentarlo siquiera?
Días grises para vidas grises.
Acciones sin sentido para existencias patéticas.
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