La sociedad del absurdo
La intención inicial de este texto era observar algo aparentemente absurdo por su pequeñez, para resaltar la importancia que bien pudiera tener de mirarse con atención; en su lugar me permití hacer lo contrario: revisar algunas cosas dentro de nuestra sociedad que parecen relevantes para mucha gente, y que, en lo personal, considero franca y llanamente absurdas.
Resulta difícil encontrar un punto de partida para realizar este comentario, ya que son demasiadas las cosas que saltan a la vista, pero lo intentaré.
La sensación que ahora me embarga no me es desconocida, ya hace tiempo que me acompaña, pero recientemente se ha acentuado a más no poder. Basta mirar alrededor para ser presa del pánico, al darme cuenta que la mayoría de las cosas que ocurren en esta nuestra sociedad son por completo absurdas. Aunque pareciera ser una afirmación chocante y por demás irresponsable, dejen que intente explicarme.
Hace un par de meses mientras leía un conocido semanario, me topé con un articulo, de al menos ocho paginas, en el que trataban de “anticipar” la nueva imagen (publicitaria por supuesto) de la recién liberada Gloria Trevi; y donde, después de reseñar su trayectoria y pormenores íntimos, se procedió a entrevistar a varios expertos sobre el posible giro en la imagen de la conocida cantante. Aunado a lo anterior, se incluyeron una serie de ilustraciones que daban cuerpo a las propuestas descritas. Debo enfatizar que di vuelta a las paginas y me dirigí a los artículos de mi interés, no sin antes cuestionar su existencia en una revista que, por lo general, maneja otro giro comunicativo. Unas semanas después al visitar un puesto de revistas, pude ver que la artista en cuestión acababa de posar en ropa interior para una revista de caballeros, por lo que dije para mis adentros “tanto analizar para que al final se encuere de nuevo”, en fin.
Ese mismo día al cambiar de canales en la televisión, pude percibir que al menos 6 horas (sino es que más) de la programación habitual diaria de los canales de mayor cobertura nacional, está dedicada a las “noticias” de personajes del mundo del espectáculo, y donde diariamente se tratan los más insulsos temas con una dedicación y pasión que ya merecería cualquier problema social. Mi inconformidad en este caso, es el uso (o más bien abuso) de los aspectos amarillistas para llamar la atención de la audiencia.
La aparición de un “novedoso” programa, refrito del Big Brother, nos hace presa nuevamente (porque al parecer la relevancia del mismo es tal, que inunda las conversaciones de la gente en cualquier lado) de la odiosa “oportunidad” de conocer a fondo la vida y relaciones de un grupo de individuos, que tratan de ser auténticos (la aplicación de ese adjetivo en estos asuntos me causa risa, por su uso indiscriminado y vacío, pero bien podría decir que de añadir la palabra estupido a autentico tendríamos por fin una descripción exacta y correspondiente a la situación) y ellos mismos, aún y al ser observados a todas horas por el televidente.
En el ámbito político, es frustrante para cualquier espectador critico, el acto de reconocer, por los hechos mismos, que antes que tratar los asuntos de contenido y pertinencia del presupuesto nacional del próximo año fiscal, se haga énfasis en el pleito de lavadero que se traen el presidente y los diputados de oposición., quienes más que argumentos se embisten con afrentas en una lucha de voluntades donde la necedad para ser el principal recurso.
Podría seguir comentando cosas, como la inequidad de los recursos económicos, la pasión desbordada y el fanatismo que causa el fútbol en la mayoría del pueblo mexicano, quien a su vez deja pasar de largo la reflexión sobre los recursos naturales no renovables, la situación de extrema pobreza de gran parte de su población, el incremento en los costos de vida, etc; pero no terminaría de enlistarlas y creo que el punto ha sido esclarecido.
Lo que si me gustaría señalar, es la situación de nosotros, como individuos, donde elegimos escapar de las cosas “serias” (porque implican responsabilidad por nuestras acciones) de nuestra vida y nos refugiamos, en mayor o menor grado, en actitudes de consumo ya sea material, informativo, espiritual, etc; para tratar de llenar el espacio vacío de nuestras existencias, sin ni siquiera comprender la naturaleza de esa carencia.
1 Comments:
Carlos Castro Rivera:
Cierto Cabrón.
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